- El Internet of Behavior (IoB) es la próxima evolución del rastreo de datos, analizando cada clic, desplazamiento y búsqueda para predecir e influir en sus decisiones, aprovechando la IA avanzada y la ciencia del comportamiento para ir más allá de la simple personalización.
- Sus dispositivos inteligentes y aplicaciones recopilan datos sobre lo que hace, que luego se almacenan, analizan y utilizan para personalizar anuncios, recomendaciones y experiencias, con el objetivo de influir en sus acciones.
- Desde los algoritmos de redes sociales y las recomendaciones de streaming hasta el rastreo minorista y las finanzas, el IoB impacta en todo—cruzando a menudo la línea entre lo útil y lo intrusivo.
- Los riesgos para la privacidad, los sesgos de datos y una posible calificación social (similar a un sistema de crédito) hacen que sus datos personales estén más expuestos de lo que piensa, con posibles consecuencias para el acceso a servicios y oportunidades.
- En el futuro, el IoB podría ir más allá de recomendar productos. Podría moldear narrativas, controlar opiniones e incluso crear “gemelos digitales” que imiten sus comportamientos, prediciendo cada uno de sus movimientos.
- Proteja su privacidad proactivamente—refuerce la configuración, limite el rastreo y utilice herramientas como una descargar una VPN para reducir su exposición y tomar control de su huella online.
Imagine que cada clic, desplazamiento y compra online se convierten en parte de un rompecabezas digital. Las piezas son recopiladas por empresas que buscan moldear su experiencia online—y tal vez incluso influir en sus decisiones. Ese es el mundo del Internet de los Comportamientos, más conocido como Internet of Behavior (IoB). Y aunque pueda sonar a ciencia ficción, ya está aquí, trabajando silenciosamente mientras usted realiza su rutina diaria.
Por ahora, el IoB se utiliza principalmente para personalizar sus recomendaciones de compras o mejorar su feed en redes sociales. Pero sus implicaciones van mucho más allá de la conveniencia. Imagine un futuro donde cada acción que realice online podría predecir el próximo producto que comprará, la noticia que leerá e incluso el candidato político que apoyará. Estas predicciones impulsadas por datos darán forma a cómo ve e interactúa con el mundo que le rodea.
Entonces, ¿cómo se recopilan todos estos datos? Y lo más importante, ¿qué puede hacer para mantenerse un paso adelante mientras el IoB continúa evolucionando? Siga leyendo para descubrirlo.
¿Qué es el Internet of Behavior y cómo funciona?
Si alguna vez ha visto un anuncio online que sabe exactamente lo que está pensando comprar, entonces ha presenciado el IoB en acción. El IoB es como la siguiente generación del Internet de las Cosas o Internet of Things (IoT). Mientras que el IoT conecta dispositivos físicos—como altavoces inteligentes, dispositivos que se llevan encima o sistemas de seguridad para el hogar—el IoB va un paso más allá al usar los datos recopilados para predecir, influir e incluso alterar comportamientos.
A diferencia de los sistemas anteriores que solo rastreaban datos para una personalización básica, el IoB aprovecha la IA avanzada y el aprendizaje automático para entender y anticipar sus acciones futuras. Esto significa que el IoB sabe en qué ha hecho clic y puede predecir lo que querrá después, antes de que usted lo sepa.
El IoB también se nutre de datos. Cada interacción online—ya sea los videos que mira, los productos en los que hace clic o el tiempo que pasa sobre un post específico—alimenta un perfil de comportamiento detallado. Este perfil es luego utilizado por las empresas para entender sus hábitos, preferencias y posibles acciones futuras. En otras palabras, cada clic, desplazamiento y toque es un punto de datos que puede influir en cómo las marcas, anunciantes e incluso gobiernos le responden.
¿Cómo construye el IoB sobre el IoT?
El IoT preparó el terreno al conectar nuestros dispositivos a Internet, creando un flujo constante de datos. Los termostatos inteligentes ajustan la temperatura según sus preferencias, los rastreadores de actividad monitorean su salud y las aplicaciones de compras registran sus adquisiciones. Estos dispositivos recopilan datos y luego los envían a la nube, donde los algoritmos analizan sus comportamientos. Ahí es donde entra el IoB, que interpreta esos datos.
El IoB toma toda esta información en bruto y la aplica a la ciencia del comportamiento, la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático. Pongamos por ejemplo que su rastreador de actividad nota un patrón: usted hace más ejercicio los fines de semana y merienda más los lunes. Una empresa que utiliza el IoB podría usar esta información para mostrarle anuncios de productos saludables o sugerencias de aplicaciones de bienestar en momentos específicos, justo cuando es más probable que se vea influenciado.
8 maneras en que el IoB rastrea e influye en sus decisiones diarias
Desde lo que ve en las redes sociales hasta lo que termina en su carrito de compras, la influencia del IoB es de largo alcance. Aunque el objetivo podría ser personalizar contenido y mejorar la conveniencia, a menudo se encuentra en una línea fina entre la personalización y la manipulación. Aquí le mostramos cómo está sucediendo en varias áreas de su vida digital:
1. Algoritmos de redes sociales
Cada vez que se desplaza por las redes sociales, está siendo observado. Plataformas como Facebook, Instagram y TikTok no solo rastrean sus “me gusta” o las publicaciones que comparte. También monitorean cuánto tiempo se detiene en un video, los comentarios que lee e incluso sobre qué se para unos segundos antes de seguir desplazándose. Esto va más allá del rastreo tradicional al usar IA para anticipar su próximo movimiento y mantenerlo enganchado por más tiempo. A su vez, esto crea un perfil de comportamiento que va mucho más allá de “me gusta” y “no me gusta”.
Luego, el IoB usa este perfil para predecir qué contenido lo mantendrá más interesado. Aunque esto significa que es más probable que vea publicaciones que se alinean con sus intereses, también crea cámaras de eco—donde solo ve contenido que refuerza sus creencias existentes. Por ejemplo, si le gustan publicaciones sobre una cierta dieta, de repente su feed está lleno de contenido y anuncios sobre ese estilo de vida. Esto podría parecer inofensivo hasta que considera cómo estas cámaras de eco pueden influir en su visión del mundo, opiniones políticas e incluso los productos que termina comprando.
2. Recomendaciones de contenido
Si alguna vez ha visto sin parar una serie en Netflix o Spotify le ha sugerido la playlist perfecta para su estado de ánimo, entonces ha experimentado el poder del IoB en acción. Las plataformas de streaming analizan su historial de visualización y escucha, hasta los géneros, artistas e incluso los momentos en los que tiende a reproducir contenido. Pero va más allá: rastrean cuánto tiempo ve una serie antes de cambiar a otra o si se salta ciertas canciones en una lista de reproducción.
Este comportamiento luego se utiliza para recomendar contenido que creen que disfrutará, y cuanto más interactúa, más refinadas se vuelven estas sugerencias. Aunque puede parecer que su servicio de streaming favorito lo “conoce”, todo tiene el objetivo de mantenerlo en su plataforma el mayor tiempo posible.
3. Compras y gastos online
¿Alguna vez añadió un par de zapatos a su carrito de compras online, y luego los anuncios de esos zapatos le siguieron por Internet durante días? Así es como el IoB hace su magia. Los minoristas online usan su historial de navegación, patrones de compra e incluso el tiempo que pasa en ciertas páginas de productos para predecir lo que probablemente comprará. Pero no se trata solo de ofrecerle lo que quiere—también es cuándo y cómo impulsarlo a comprar.
Los minoristas utilizan desencadenantes psicológicos como la escasez (“¡solo quedan 3!”) o la urgencia (“¡la oferta termina en 1 hora!”) para influir en sus hábitos de compra. Estas tácticas se basan en su propio comportamiento, recopilado y analizado por los algoritmos del IoB para descubrir la mejor manera de hacer que presione “comprar ahora”. Cada búsqueda, cada artículo en la lista de deseos y cada carrito abandonado resultan en experiencias de compra hiperpersonalizadas, pero también están diseñadas para asegurar que gaste tanto como sea posible.
4. Rastreo en tiendas
No solo las compras online están influidas por el IoB. Las tiendas físicas también están utilizando datos de comportamiento para entender cómo compra. Sensores de movimiento, cámaras e incluso señales Wi-Fi pueden rastrear cómo navega por una tienda, qué exhibiciones llaman su atención y cuánto tiempo pasa mirando. Estos datos ayudan a los minoristas a reorganizar las disposiciones de las tiendas, ajustar promociones e incluso enviarle ofertas personalizadas a su teléfono mientras compra.
5. Salud, bienestar y más allá
Los dispositivos que se llevan encima y las aplicaciones de salud recopilan una gran cantidad de datos personales, como sus niveles de actividad, frecuencia cardíaca, patrones de sueño e incluso lo que come. Lo nuevo con el IoB es que estos datos ahora se utilizan para predecir su comportamiento e influir en sus decisiones de salud en los momentos en que es más probable que actúe. A primera vista, parece una herramienta positiva para ayudarle a mantenerse saludable. Pero las empresas están utilizando esta información para sugerir comportamientos, como empujarlo a moverse más o recordarle que se hidrate.
Ahora tenga en cuenta cómo las aseguradoras participan en todo esto. Podrían usar los datos de estos dispositivos para ajustar sus primas según sus hábitos de salud. Si es activo y cumple con ciertos parámetros de salud, podría obtener un descuento en su póliza. Pero si su rastreador revela factores de riesgo o hábitos poco saludables, podría significar costos más altos. El IoB está pasando de simplemente rastrear su estilo de vida a influir directamente en sus elecciones de salud y, potencialmente, en su billetera.
6. Monitoreo en el lugar de trabajo
El lugar de trabajo tampoco está exento del rastreo del IoB. Cada vez más, las empresas están utilizando software para monitorear cómo trabajan sus empleados, ya sea rastreando la actividad en el teclado, midiendo el tiempo que se dedica a tareas específicas o analizando patrones para optimizar los flujos de trabajo. Aunque el objetivo podría ser aumentar la productividad, este nivel de rastreo puede hacer que sienta que está siendo vigilado constantemente, con el potencial de impactar su vida laboral diaria y su privacidad.
7. Gamificación
Probablemente piense en la gamificación como una forma de mantenerse motivado, como ganar puntos por hacer ejercicio o mantener una racha en una aplicación de aprendizaje de idiomas. Pero detrás de todo esto, el IoB está trabajando. Estas aplicaciones rastrean cómo se involucra: cuándo está más activo, qué recompensas le motivan y qué notificaciones lo hacen volver a la aplicación.
El objetivo es usar impulsos de comportamiento para mantenerlo comprometido, ya sea para aumentar su cuenta de pasos, aprender más vocabulario o tomar decisiones más saludables. Aunque la gamificación puede ayudar a crear buenos hábitos, también es un método para recopilar datos sobre lo que le motiva, guiando sus acciones sin que usted se dé cuenta.
8. Finanzas y préstamos
Es fácil pensar que el IoB solo influye en las compras o redes sociales. Sin embargo, en el mundo de las finanzas, su comportamiento online podría estar moldeando su solvencia crediticia. Mientras que los préstamos tradicionales se basan en puntajes de crédito, algunas empresas están explorando el uso del IoB para evaluar factores de riesgo. Podrían analizar su comportamiento online—como su actividad en redes sociales, historial de compras o uso del teléfono inteligente—para construir un perfil más detallado.
Estos puntos de datos alternativos pueden ayudar a los prestamistas a decidir si aprobar o no un préstamo y qué tipo de tasas ofrecerle. Por un lado, abre puertas para quienes tienen un historial de crédito limitado. Pero, por otro lado, plantea preocupaciones sobre la privacidad y la equidad, especialmente si se le juzga por datos que no sabía que estaban siendo recopilados.
Preocupaciones éticas: ¿dónde cruza la línea el IoB?
Es posible que encuentre que el Internet of Behavior mejora su vida; después de todo, las empresas pueden mostrarle productos que realmente está interesado en comprar. Sin embargo, también está levantando muchas preguntas sobre privacidad, el uso de datos y el control. ¿En qué punto lo útil se convierte en intrusivo?
Riesgos para la privacidad: está más expuesto de lo que cree
Cada vez que verifica su ubicación, etiqueta a un amigo o incluso sonríe para una selfie, está compartiendo más de lo que piensa. Las tecnologías del IoB no solo rastrean los datos evidentes—como sus hábitos de compra o programas favoritos—sino que van más allá. Nos referimos a rastrear todo, desde su ubicación y expresiones faciales hasta cómo interactúa con contenido específico. El poder de la IA significa que puede predecir lo que hará a continuación y moldear sus elecciones en consecuencia.
Todos estos datos se recopilan y almacenan en enormes bases de datos, lo que los hace vulnerables a brechas, filtraciones o compartir sin autorización. Incluso si las empresas aseguran que están manteniendo sus datos seguros, el riesgo de que esa información caiga en las manos equivocadas es real. Y una vez que está ahí afuera, no se puede “deshacer”. Imagine que sus comportamientos más personales, movimientos y preferencias estén disponibles para que cualquiera los acceda o explote. Ese es el lado oscuro del IoB, y ya está sucediendo con más frecuencia de lo que la mayoría de nosotros se da cuenta.
“Incluso si las empresas aseguran que están manteniendo sus datos seguros, el riesgo de que esa información caiga en las manos equivocadas es real.”
Por ejemplo, considere el infame escándalo de Cambridge Analytica de Facebook. Se recopiló sin consentimiento datos personales de millones de usuarios, y se utilizaron para predecir e influir en el comportamiento de los votantes durante elecciones. De repente, lo que parecían ser simples “me gusta” y posts compartidos, se convirtió en una poderosa herramienta para manipular la opinión pública. El escándalo reveló cuán vulnerables son nuestros datos y cómo pueden ser utilizados como arma sin que lo sepamos.
Sesgo de datos y discriminación: ¿son realmente justos los algoritmos?
Hay un aspecto de esta tecnología que se menciona poco: el sesgo. Los algoritmos aprenden de los datos, y si esos datos llevan sesgos sociales, el algoritmo también los tendrá. Por ejemplo, se ha descubierto que algunas tecnologías de reconocimiento facial identifican erróneamente a personas de ciertos orígenes raciales con más frecuencia que a otras. Esto puede tener consecuencias reales, especialmente cuando se toman decisiones basadas en estos datos defectuosos.
Imagine si las solicitudes de empleo fueran evaluadas utilizando datos del IoB que, sin querer, favorecieran a ciertos grupos demográficos sobre otros. O si los algoritmos predictivos de la policía, que han sido criticados por reforzar estereotipos raciales, se utilizaran para influir en dónde deben centrarse los esfuerzos de la ley. Estos sesgos pueden perpetuar desigualdades y reforzar estereotipos, haciendo más difícil que ciertos grupos accedan a oportunidades y reciban un trato justo.
El dilema del crédito social: ¿podría el IoB moldear su reputación?
Considere cómo las instituciones financieras y las compañías de seguros están comenzando a usar los datos del IoB para evaluar su “confiabilidad”. Su comportamiento online—como lo que compra, qué sitios visita e incluso sus publicaciones en redes sociales—podría ser tomado en cuenta para decisiones sobre la aprobación de un préstamo, las tasas de seguro o la elegibilidad para otros servicios.
Por ejemplo, imagine que solicita una hipoteca, y en lugar de solo considerar su puntaje de crédito, el prestamista analiza su historial de navegación. ¿Visita sitios de apuestas, tiene un hábito de compras impulsivas o participa en discusiones online sobre dificultades financieras? Todos estos comportamientos podrían afectar cuán “riesgoso” parece ser como prestatario. Incluso las aplicaciones de citas están explorando formas de utilizar los datos del IoB para emparejar personas no solo basadas en sus intereses, sino en sus perfiles online completos, juzgando la compatibilidad según hábitos, creencias e incluso comportamientos de gasto.
Este tipo de sistema de calificación borra la línea entre lo que se considera privado y lo que las empresas creen que tienen derecho a saber. Lo que comienza como una forma de predecir el comportamiento puede convertirse en una herramienta para juzgarlo y moldearlo. Y una vez que ha sido categorizado, puede ser difícil deshacerse de esa etiqueta digital, ya sea justa o no.
El IoB y el futuro de la privacidad: ¿qué podría suceder a continuación?
Hasta ahora, hemos hablado de cómo el IoB rastrea, influye e incluso clasifica cada uno de sus movimientos. Pero, ¿qué pasa cuando los algoritmos no solo predicen sus acciones, sino que controlan la narrativa? Con más datos a su disposición, las empresas, los gobiernos y otras entidades tienen el potencial de moldear algo más que sus hábitos de compra. Pueden moldear sus opiniones, creencias y, en última instancia, su visión del mundo.
Las empresas podrían controlar la narrativa
Estamos acostumbrados a la idea de que el IoB nos empuja hacia ciertas elecciones—ya sea la próxima canción en una lista de reproducción o un artículo “recomendado para usted”. Pero el futuro podría ir más allá de estos pequeños empujones. Imagine si las empresas comienzan a usar el IoB no solo para predecir su comportamiento, sino para moldearlo activamente. Ahora mismo, sus hábitos de navegación podrían influir en los anuncios que ve.
Lo que hace que esto sea la próxima evolución es la capacidad de usar IA avanzada y aprendizaje automático para analizar patrones más profundos en su comportamiento, a través de múltiples dispositivos y en tiempo real. Esto otorga a las empresas el poder no solo de predecir lo que podría querer, sino de guiarlo activamente hacia decisiones específicas—en una escala mucho mayor.
Pero, ¿y si fuera más allá, con el IoB influyendo en cómo piensa y siente sobre temas más amplios como la política, la salud o los problemas sociales? Supongamos que una empresa quiere promover un cierto punto de vista. Con suficientes datos de comportamiento, podrían personalizar su experiencia online para guiar sutilmente sus opiniones en una dirección específica—mostrándole contenido que confirme su narrativa mientras filtran perspectivas opuestas. Es el juego de poder definitivo: no solo venderle un producto, sino moldear sus creencias. Y no son solo las empresas. Los gobiernos también podrían usar el IoB para influir en la opinión pública o controlar las narrativas sociales. Lo que lee, ve y comparte podría estar afinado para ajustarse a una agenda deseada, creando un mundo donde cada contenido está cuidadosamente seleccionado para guiarlo por un camino específico.
El auge de los gemelos digitales
Ahora, llevémoslo un paso más allá: ¿qué pasaría si todos sus datos del IoB—sus comportamientos, gustos, disgustos y rutinas—fueran utilizados para crear un “gemelo digital”? No solo un perfil con sus intereses, sino una réplica completa diseñada para predecir no solo lo que le gusta, sino lo que hará a continuación. Imagine una versión virtual de usted que conoce sus patrones tan bien que puede anticipar sus decisiones antes de que usted mismo las tome.
Este gemelo digital podría ser usado para propósitos de prueba, determinando cómo reaccionaría ante ciertos contenidos, productos o incluso personas. Las marcas podrían ejecutar simulaciones usando su gemelo digital para encontrar la manera perfecta de comercializarle un nuevo producto. Los gobiernos o grupos políticos podrían usar estos gemelos para probar estrategias con el fin de obtener apoyo o influencia. Y todo esto ocurre sin su participación activa—todo sucede en segundo plano, basado en los datos que ya ha proporcionado.
La preocupación aquí es que podría perder el control sobre su propia narrativa. Si su gemelo digital está siendo utilizado para probar y perfeccionar formas de influir en usted, las recomendaciones personalizadas solo serían el principio. Esto crea una versión espejo de usted, una que las empresas pueden usar para perfeccionar sus estrategias y guiarlo hacia decisiones que podría no haber tomado por sí mismo.
Cómo protegerse del rastreo del IoB
Aunque el Internet of Behavior podría parecer omnipresente, no tiene que aceptar cada intromisión en sus datos personales. Ser proactivo en cuanto a su privacidad puede ayudar a limitar la cantidad de su comportamiento que se rastrea, recopila y utiliza. Aquí le mostramos cómo puede comenzar a tomar control.
1. Bloquee su configuración de privacidad
Lo primero es lo primero: monitoree la configuración de sus dispositivos y aplicaciones. Cada aplicación o dispositivo inteligente que utiliza tiene configuraciones de privacidad, a menudo ocultas en menús que probablemente nunca haya abierto. Refuerce estas configuraciones donde sea posible. Reduzca los permisos de rastreo—como el acceso a la ubicación, uso del micrófono y el rastreo de actividad en aplicaciones—permitiéndolos solo cuando sea necesario. Tómese un momento para revisar las configuraciones de privacidad de sus redes sociales. Limite quién puede ver sus publicaciones, quién puede interactuar con usted y qué datos pueden acceder las aplicaciones de terceros desde su perfil.
2. Minimice los permisos de rastreo en sus dispositivos
Cuando las aplicaciones solicitan permisos—ya sea para acceder a su ubicación, contactos o cámara—pregúntese: ¿es necesario para que la aplicación funcione? Muchos permisos no son requeridos para la funcionalidad principal y solo son una manera de que la aplicación recopile más datos sobre usted. Desactive cualquier permiso que no sea vital para su experiencia. Y recuerde revisar periódicamente estos permisos, ya que pueden cambiar con las actualizaciones.
3. Use herramientas que limiten el intercambio de datos
No toda su actividad en línea necesita estar disponible para todos. Descargar una VPN como ExpressVPN puede ser una herramienta poderosa para ayudar a anonimizar sus datos ocultando su dirección IP y encriptando su conexión a Internet. Esto dificulta que terceros rastreen su comportamiento online o lo conecten con su identidad.
Además, los navegadores privados o extensiones de navegador—como DuckDuckGo, Brave o complementos orientados a la privacidad—pueden ayudar a reducir el rastreo al bloquear cookies de terceros, el fingerprinting y la recopilación de datos. Están diseñados para minimizar los rastros que deja online.
4. Sea cauteloso con lo que comparte online
El IoB se nutre de datos, por lo que cuanto menos tenga para trabajar, mejor. Antes de publicar en redes sociales o registrarse en un servicio online, piense detenidamente en lo que está compartiendo. Detalles personales como su ubicación, rutinas o incluso gustos e intereses aparentemente inofensivos pueden alimentar su perfil digital. Lo que comparte, a quién sigue y el tipo de contenido en el que hace clic pueden ser utilizados para construir un perfil detallado.
5. Manténgase al tanto de las políticas de privacidad y los términos
Sí, son largos y sí, son aburridos. Pero las políticas de privacidad y los términos de servicio detallan cómo se usan y comparten sus datos. Cuando se inscriba en un nuevo servicio o aplicación, tómese un minuto para entender a qué está accediendo. Muchos servicios ofrecen configuraciones de “opt-out” para ciertos tipos de recopilación de datos, por lo que conocer sus opciones puede ayudarle a tomar el control de lo que se está rastreando.
6. Monitoree y limpie su huella digital
Una gran parte de protegerse del rastreo del IoB es administrar activamente su huella digital. Regularmente revise qué cuentas ha creado, qué dispositivos están conectados a sus perfiles online y qué información está disponible públicamente. Desactive o elimine cualquier cuenta que ya no use y evalúe si merece la pena eliminar publicaciones o datos antiguos que ya no reflejan quién es o lo que quiere que esté disponible públicamente.
Conclusión: equilibrando conveniencia y privacidad
Es cierto, el Internet of Behavior hace la vida más conveniente. Es más fácil encontrar esa serie perfecta para maratonear o aprovechar una oferta relámpago en esos zapatos ideales. Pero cada recomendación personalizada tiene un costo: su privacidad. Y tal vez incluso su autonomía. Cuanto más conectados estamos, más se inclina la balanza entre conveniencia y control.
No es necesario que se deshaga de sus dispositivos ni que se desconecte completamente. El objetivo no es alarmarlo, es empoderarlo. Entender cómo el IoB recopila y utiliza sus datos es el primer paso para tomar decisiones informadas. ¿Cuánto de su vida digital está dispuesto a ceder? ¿Está de acuerdo con un sistema que no solo predice su comportamiento, sino que podría influir en sus decisiones sin que se dé cuenta?
Al final del día, el IoB se trata de compensaciones. Puede disfrutar de un mundo digital más personalizado, pero eso significa ser consciente de cómo se usan sus datos y quién se beneficia. Tome las medidas necesarias para proteger su privacidad y siempre cuestione si la conveniencia de esas experiencias personalizadas vale lo que está cediendo.
Esté informado, permanezca vigilante y, lo más importante, tome el control sobre su presencia online. El IoB ya está aquí, pero cuánto influye en su vida depende, en última instancia, de usted.